10.8.10

Premeditación

Olivia seguía consumida en la irreparabilidad de lo que había hecho. Ver y sentir a Cristobal tan lejos, ver y sentir a Cristobal tan cerca.
Las cosas la tomaban por sorpresa, desde el inesperado cruce de palabras hasta el mensaje sin respuesta. Si no tuviera miedo lo llamaría ahora mismo (¿qué le diría? ya ves que no lo sabe), lo buscaría con algún motivo, se olvidaría del miedo, del tiempo, del rechazo, de la impresión y del prejuicio. Pero no, no lo consigue, su corazón sigue clavado en sus palabras y no hay manera de hacerlo caminar.

De nuevo cae en la disidencia de sus decisiones, de nuevo entiende lo literario como posible y es aquí donde la soledad la abraza por la espalda y la obliga a refugiarse en cualquier fantasía que la mantenga lejos de ella.

¡Olivia despierta!

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