13.1.11

Miro las luces,
son avidas y finas junto a tu recuerdo,
se enredan en mis ojos y casi llamean.
Hasta que me hipnotizan,
hasta que termino por dejar de verlas.

Solo las miro candidamente,
mientras proyecto tu anatomía en mi memoria,

Y de pronto pestañeo incrédula,
no hay nada mas que tu, no hay nada.

Me miras y sonríes como me gusta que sonrías,
te miró y creo que sonrió, pero no sonrió,
solo entreabro la boca expectante.

Se agranda tu recuerdo hasta que no puedo verlo,
hasta que va mas allá de los alcances de mis pupilas.

Si había un todo ya lo extralimitaste,
y si habia una nada que alguien venga y me pruebe su existencia,
porque ahora mismo
No hay nada mas que tu, no hay nada.


7.1.11

Mercedes


El ataúd vacio. o parcialmente vacio por que dentro habrá mas de mil cosas por recordar luego de que ya ni haya cuerpo, luego de que la corriente se vuelva espesa y los gusanos acaben por consumir los restos.
El ataúd en verdad no esta vació, lo habitan muchedumbres.
El ataúd que ves lleno de ese cuerpo, de esa cara redonda y mortífera, que parece sonreír contra el cristal que tanto quisieras que se empañé. Pero lo hace? y tal vez si. Y tal ves lo ves ahora mismo exhalar un vaho, exhalar un pedazo de esperanza. Que harías entonces, Mercedes?
Empujar las coronas a un lado, ver como se despedazan las flores; y luego reclinar el cuerpo un poco para introducir una pequeña porción de tus dedos entre las comisuras de la madera. Es inútil, no tienes la fuerza.
Entonces con el puño cerrado habría que golpear contra el incipiente cristal, que parece ser un acetato mas fuerte que resiste la fuerza de un puño menudo y desesperado.

Notas mercedes que por mas que exhalara, no hay salida de allí donde tu misma lo pusiste. Lo has entregado mercedes, esta ahí, por ahora te mira desde detrás de sus arrugados párpados, y cuando te acercas te sonríe para que sepas que estará mejor. Que no siempre su palidez mortecina deborara sus bobedas oculares, y la candidez de sus labios. Habrá luego cabida para la necesidad, por ahora absorbe esa, su imagen, absorbela y acomodala cómodamente en tu memoria para que no haya recuerdo capaz de lapidarla.
Piensas entonces, que al menos parece sonreír, que mas allá de su recuerdo, va a estar siempre el ataúd, siempre el ataúd a tu lado, o a algunos metros bajo la tierra, para sonreirte.